Nada nuevo bajo el sol, la cabeza invertida en la punta de un cerro, reposa y resguarda los murmullos de la tierra, fragmentos de lo que alguna vez fuimos, memoria.


Con un casco y una varilla de acero apuntalé un lienzo para producir la sombra que define el perímetro de un espacio dentro de otro. Este tipo de construcción normalmente se utiliza a la intemperie.
Sobre el piso hay dos cascos, uno de barro que no tiene mirilla, en su lógica de uso impediría visibilidad. Otro de plástico que confeccionado con plumas de guajolote oculta un tanto su forma original. Ambos protectores de cabeza permanecen al margen de la sombra, pero en su conjunto sugieren de manera reiterada protección; ciega, frágil, hechiza.